En el capitulo 3, el Budha a través de una parábola, va a reforzar la idea de un solo Vehículo, el Vehículo de los Bodhisatvas.
Y si bien el Budha en algún momento necesario y preciso, enseña los tres vehículos, el del Sravakas, el de los Pratyekabudha y el de los Bodhisatvas, siendo este ultimo el Vehículo único y final), fue solo un medio hábil, un recurso, una estrategia, ya que los dos anteriores enseñan la iluminación individual y personal. Enseñanza que difiere de la iluminación de todos los seres vivientes. Un Bodhisatva renuncia a su propia iluminación para salvar a todos los seres.
Shariputra esta feliz, y expresa su descontento anterior a la revelación que el Budha comienza a exponer. El camino de los Bodhisatvas, que es el camino perteneciente al Mahayana.
Y siendo que este, Shariputra, (el personaje histórico) perteneciente al Hinayana, no pudo haber conocido el movimiento Mahayana que se da posteriormente a la muerte del Budha y al propio (Shariputra histórico) por lo tanto este no lo llega a conocer, el texto sitúa a Shariputra en un terreno intemporal.
Tanto Shariputra como Maudgalyayana, dos discípulos importantisimos del Budha Shakyamuni, mueren antes, que el Budha Shakyamuni.
No estando presentes en el primer concilio.
Esta forma , lo verán durante todo el texto, ya que esta fuera de espacio y tiempo, fuera de contexto histórico y el texto utiliza el simbolismo de cada personaje, para mostrar la universalidad y recurre a las personajes del universo budista, para expresar el Dharma final del Budha Primordial, ( no del Budha Histórico Shakyamuni) que como veremos en el capitulo 16, revela la Eternidad de su vida. Este texto es un mapa interno, nuestro, personal, si lo leemos como un cuento o un sutra mas, eso a mi entender no es correcto; el Sutra del Loto habla de nosotros mismos en el terreno mas intimo.
Aclarado este detalle, seguimos con este hermoso capitulo del Sutra del Loto, el Budha declara a Shariputra que durante mucho tiempo lo preparo para que el alcance el entendimiento que ahora posee, comienza la serie de predicciones que el Budha hará, a la mayoría de los personajes que protagonizan este gran drama cósmico, desde los mas bajos hasta los mas altos, y da a entender que todos poseen la budeidad.
Le profetiza que sera un Budha llamado "Fulgor de Flor" y se adentra en una parábola, la "Parábola de la casa en llamas" para hacer mas claro a través de esta analogía el uso de los Medios Hábiles:
»Shariputra, supongamos que en determinado pueblo de determinado país vive un hombre muy rico. Ya cuenta muchos años y su riqueza es in- calculable. Tiene numerosos campos, casas y criados. Su propia residencia es enorme y espaciosa, pero tiene una sola puerta. En la casa viven un sinfín de personas: uno o dos centenares, o tal vez quinientas. Los salones y recámaras están viejos y en mal estado; las paredes, resquebrajadas; los pilares podridos en su base; y las vigas y cumbreras, torcidas y dobladas.
»En ese momento, estalla un incendio en los cuatro flancos de la propiedad, que se extiende a todas las salas de la casa. Y adentro están los diez, veinte o acaso treinta hijos de este hombre acaudalado. Cuando el magnate ve crecer el fuego alrededor de la mansión, profundamente temeroso y alarmado, piensa: “Puedo escapar y ponerme a salvo saliendo por el portal en llamas, pero adentro están mis hijos, incautos y absortos en sus juegos, ajenos a todo y sin saber lo que ocurre, sin sentir alarma ni temor”. El fuego los acorrala, y toda clase de dolores y amenazas se ciernen sobre ellos, pero como su mente no tiene conciencia del peligro o del miedo, ¡ni siquiera se les ocurre la idea de escapar!
»Entonces, Shariputra, este hombre rico se dice, para sus adentros: “Tengo fuerza en mis brazos, y un cuerpo robusto. Podría envolverlos en una manta o ponerlos sobre un banco y arrastrarlos fuera de la casa”. Y no cesa de pensar: “Esta casa tiene una sola puerta, y encima es angosta y de poca altura. Mis hijos son niños aún; no tienen discernimiento, y les encanta jugar. Tan entregados a la diversión se encuentran, que probablemente mueran quemados. Debo explicarles el motivo de mis temores y de mi aprensión. El fuego ya devora la casa… Debo hacer que salgan rápidamente, para impedir que mueran entre las llamas”.
»Habiendo pensado así, ejecuta su plan y vocifera a todos los hijos: “¡Salid de inmediato!”. Pero aunque el corazón del padre está embargado de piedad y sus consejos son buenos, los hijos no quieren prestarle atención, porque están extasiados disfrutando de sus juegos. No sienten miedo ni alarma, ni les interesa marcharse del lugar. Es más, ni siquiera entienden qué es el fuego, qué es la casa o qué es el peligro. Solo corren de aquí para allá, entretenidos, mirando a su padre pero sin reparar en lo que este les dice.
»En ese instante, al magnate se le ocurre esta idea: “La casa ya está envuelta en las llamas de este espantoso incendio. Si mis hijos y yo no nos marchamos de inmediato, moriremos quemados. Tengo que inventar algún medio eficaz que les permita salir ilesos”.
»El padre comprende a sus hijos y sabe qué clase de juguetes y artefactos curiosos capturan su atención, y qué objetos son del agrado de los pequeños. Es así como les dice: “Los juguetes que os cautivan son muy raros y difíciles de hallar. Si no los aceptáis ahora, lo lamentaréis más tarde. Por ejemplo, os he traído carrozas... Carrozas tiradas por cabras, y por ciervos, y por bueyes. Están allí, al otro lado de la puerta, para que juguéis con ellas. Así que… ¡a salir de esta casa en llamas de una buena vez! Y os podréis quedar con la que sea de vuestro agrado.
¡Os las regalo!”.
»En ese momento, cuando los hijos oyen al padre mencionar juguetes tan exóticos, y justo como los que ansiaban tener, sienten el corazón lleno de arrojo y se abalanzan locamente a trompicones, unos contra otros, pugnando por salir de la casa en llamas.
»Entonces, al ver que sus hijos han logrado salir ilesos del incendio y que todos están sentados a la distancia, en el cruce de caminos donde ya no peligran, el hombre rico suspira aliviado y siente que su alma baila de alegría. En ese momento, cada uno de los hijos reclama al padre: “¿Y las cosas que nos prometiste? ¿Los carruajes tirados por cabras, ciervos y bueyes? ¡Por favor, los queremos ahora mismo!”.
»Shariputra, en ese momento, el acaudalado señor da a cada uno de sus hijos una gran carroza, todas del mismo tamaño y de la misma calidad. Son vehículos altos y espaciosos, tachonados de piedras preciosas y protegidos por pasamanos de los cuales penden campanillas. En lo alto, baldaquines cubren la carroza, decorados con diversos ornamentos preciosos, bordeados con trenzas de pasamanería e incrustaciones de piedras, de los cuales penden orlas de flores. En el interior, hay capas de edredones sobre las cuales lucen mullidos cojines de color bermellón. Cada carroza es tirada por un buey blanco, de pelaje puro y limpio, de forma armoniosa y gran robustez, capaz de transportar el vehículo suavemente y sin sobresaltos, a la velocidad del viento. Y además, hay numerosos sirvientes y mozos de cuadra, dispuestos allí para atender y vigilar el carruaje.
»¿Y cuál es la razón? El hombre posee riquezas incalculables, y toda clase de arcas rebosantes de tesoros. Y ha pensado: “Mis bienes no tienen límite. No estaría bien que diera a mis hijos carros de modesta factura. Estos niños son mis hijos, y los amo de manera imparcial. Tengo una incalculable cantidad de grandes carrozas, adornadas con tesoros de las siete clases. Debo ser justo y darle una de ellas a cada uno de mis hijos, sin hacer diferencias. ¿Por qué? Porque aunque distribuyera estos bienes entre todos los habitantes del país, así y todo no se terminarían.
¡Cómo no dárselos, entonces, a mis propios hijos!”.
»En ese momento, los niños se suben a sus grandes carruajes, obtienen algo que jamás habían tenido hasta entonces, algo que en principio ni siquiera habían imaginado alcanzar. Shariputra, ¿qué opinas de esto? Cuando este hombre acaudalado reparte imparcialmente a sus hijos estas grandes carrozas tachonadas de gemas extraordinarias, ¿se puede decir que ha actuado con falsedad?
Esta hermosa parábola, muestra los "Medios Hábiles" que utiliza un Budha. El Rey representa al Budha tratando de salvar a sus hijos dormidos y atrapados por las redes ilusorias del samsara. No pueden ver la realidad porque están absortos y distraídos con sus apegos y juguetes, el Budha sabe que si les revela la Verdad ellos no la entenderán, y desarrolla un plan para alejarlos de las llamas del deseo y la ilusión, ofreciéndoles juguetes mejores, el conoce la mente de sus hijos. Entonces les ofrece otros elementos de deseo y distracción.
Cuando a través de este medio logra salvar la vida de los niños, ellos aun sin entender, siguen reclamando al padre los juguetes. Nosotros somos los niños perdidos en las llamas del samsara.
Y es ahí cuando el Rey les ofrece tres hermosos carros, uno tirado por cabras, otro por ciervos y el ultimo por bueyes.. Estos tres carros simbolizan los tres Vehículos, el del Sravaka, el de los Pratyekabudhas y el de los Bodhisatvas.
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